El 2023 fue un año de trasformaciones. había terminado de armar esta web cuando todo comenzó a rodar. Mi familia implosiono, mis amigos se volvieron fantasmas y tuve que aprender a acurrucarme con la almohada para contenerme. Tengo crisis de pánico, poca gente lo confiesa porque suceden más de diez prejuicios que los impulsan a decirte> tienes que relajarte, mejor hacer terapia, te falta autocontrol, relájate, podrías hacer yoga, seguramente es porque duermes mal, el deporte te va a sanar todos los males, pero mira lo afortunada que eres, deberían agradecer más en tu vida o, la mejor de todas, deberías detenerte y replantear tus prioridades en la vida. Es como si la salud mental fuera una cuestión de voluntad y no de química combinada con características personales que deberíamos disfrutar de la misma forma en que tenemos los ojos verdes o eres buena para bailar. 50% de medicina y 50% de quien terminas siendo.
A pesar de todo o, mejor dicho, con todo esto presente, el 2023 fue un ano donde logre muchos éxitos personales y profesionales. Vamos por lo fácil primero. En mi trabajo me promovieron, me ofrecieron un trabajo con mejores condiciones en el extranjero, termine una edición crítica de poemas de Christina Rossetti, me invitaron a un congreso en Buenos Aires y termine un magister en Literatura Comparada. Cuando lo escribes suena más de lo que se sintió, fue un fluir con la intensidad que me caracteriza. Ahora vamos por lo difícil. Logre mantenerme haciendo deporte al menos tres veces por semana, cumplí mi sueño de cocinar pan, disfrute la relación con mis tíos y sentí todo su cariño cuando lo más lo necesite. La extensión de un ámbito de mi vida por sobre otro demuestra mi torpeza. La cabeza va más rápido de lo que va el cuerpo y el día a día tiene que ver más con disfrutar sensorialmente lo que nos rodea. Creo que por eso me gusta tanto la poesía. Es una forma de observar el mundo detenidamente y de la mano de alguien que hace que las palabras cobren vida más allá del espacio donde las recibes.
Confieso haber perdido la valentía que movilizaba este proyecto, inicialmente me atrevía a firmar con mi nombre todo lo que escribía. Ahora necesito tiempo para recobrar la energía perdida, la fluidez de un lenguaje que ha sepultado en horas de sueño, crisis, llanto y miedo, mucho miedo. Se que esto último siempre viene seguido de un salto, una forma de crecer que debe ser parecido a cuando trasplantas, reconoces como sus raíces se sueltan a la tierra, algunas incluso se rompen el proceso, pero finalmente sabes que es por su bien. Creo que nunca había sido tan consiente de ese movimiento, de abandonar suavemente lo que te daba confianza porque el instinto te llama a tomar decisiones que no puedes explicar racionalmente. Porque sí, seré muy mental pero el instinto nunca me falla, lo siento en el estómago en las crónicas coloniales hablan del centro de cuerpo usando la expresión “como el riñón del invierno”. Quizá ellos eran más conscientes de un cuerpo de lo que somos nosotros que con suerte escuchamos el latir del corazón.
Estoy en país extranjero, odio su comida y todo me parece tan bullicioso que he comprado ya dos tapones de oídos para ir a cafés y restaurantes y leer tranquila. ¿Antisocial? No más de lo que era en Chile y mucho menos que las personas locales que viven ensimismadas en sus celulares. Estoy sola, pero no me siento sola. Traje 20 libros y dejé todos los demás en Chile. He regresado al Kindle y me acomoda bastante para llevarlo a todas partes sin andar muy cargada. Ya volveré a los libros físicos, me conozco y eventualmente llegarán solos a tocar mi puerta.
Venga ese 2024, estoy feliz de comenzar nuevos desafíos y conocer un lugar tan extraño como es Texas para una chilena que nunca había estado en norteamérica en su vida.
Un abrazo!
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